27 de outubro de 2010

LA ENSEÑANZA DE LA MATEMÁTICA A LOS CIEGOS




PRESENTACIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN
Hará tres años. Recibí entonces la propuesta-encargo de la Sección de Enseñanza de la Jefatura de la Organización Nacional de Ciegos Españoles de elaborar una monografía sobre la enseñanza de la Matemática a los ciegos.
Pretendí excusarme alegando la falta de tiempo disponible, inexperiencia ante el tipo de trabajo y no sé cuántas cosas más. Pero todo pareció inútil a los Sres. González y Sacristán. Acepté la responsabilidad y empecé a trabajar. La tarea no me desagrada: poner por escrito mi concepción de la Didáctica de la Matemática aplicada a la enseñanza de ciegos. Sabía de antemano que la documentación era escasa y dediqué no poco tiempo y medios a localizar la existente. A la vista de lo hallado, la responsabilidad aumentaba: la proyectada monografía iba a contener, ante todo, concepciones y opiniones personales. Una ilusión, en cambio, favorecería la cristalización de afirmaciones frente al riesgo de la audacia: si tan equivocadas eran, suscitarían alguna polémica y reflexión más seria y vendrían las réplicas; y la enseñanza de ciegos se vería beneficiada.
Mucho me he lamentado y me sigo lamentando de que el acervo de experiencias en la enseñanza de ciegos muere prácticamente al morir los maestros. Se viene enseñando de forma organizada desde hace ya siglos. Pero de esa experiencia al menos en España, y temo que en casi todo el mundo no queda otro registro que la tradición oral voluble y los frutos educativos, tan difíciles de atribuir a profesor, alumno o método. Se dispone de experiencias transmitidas vivencialmente, pero se carece de constancia escrita, la práctica no se ha decantado en teoría; estamos faltos de una auténtica Didáctica científica en la enseñanza de ciegos.
Esta sensación, a caballo entre la aventura y la incomunicación escribía para mí me ha llevado a manifestarme con frecuencia por modos categóricos. Un primer ruego que hago al lector es el de no tomar las afirmaciones aquí vertidas como definitivas. Aun apoyadas en argumentos de autoridad, la mayoría de las veces son meras opiniones personales, repito, injertos de evidencia, ciencia objetiva y experiencias personales, contempladas a través de un prisma más o menos fiable. Eso sí: salvo que advierta lo contrario, estoy convencido de tales afirmaciones.
El objetivo de estas páginas es claro: presentar un modelo de Didáctica de la Matemática aplicable a su aprendizaje por los ciegos. Es, por tanto, un trabajo destinado a profesores.
Inmediatamente surgen las dificultades y consecuencias de esta preocupación.
El trabajo no va dirigido a un nivel determinado de enseñanza, por lo que toma forma doctrinal, generalizada para todos los cursos, con difícil explicitación mediante ejemplos si no quiere aumentarse excesivamente el volumen de la obra.
Salvo en lugares excepcionales, apenas se hace diferenciación entre las variadas circunstancias en los sujetos de educación. De esta forma, reciben la misma consideración las personas afectadas por la ceguera en edad temprana o relativamente tardía, el alumno ciego incorporado a un grupo de videntes o en un grupo de ciegos he soslayado el término "educación integrada", por ser hoy equívoco. Por otro lado, tampoco se tienen en cuenta las consecuencias formativas respecto de la ceguera debido al curriculum anterior del alumno. Todos los casos se han considerado como análogos ante el hecho de tener que aprender Matemáticas y no poder emplear los medios usuales del vidente. No obstante, se explicitan no pocas indicaciones o técnicas didácticas a aplicar en cada caso.
Por ir dirigido a profesores, he estimado conveniente dar al trabajo una presentación de cuerpo doctrinal completo.
Los dos primeros capítulos persiguen una fundamentación matemática capítulo 1 y psicológica capítulo 2 de la Didáctica que más tarde se desarrolla. Concepción didáctica que aparece en el capítulo 3, tras un breve análisis de las corrientes actuales, y que se despliega en sus puntos básicos en el capítulo 4.
El capítulo 5 está dedicado a la disección del lenguaje en sus diversas formas, como instrumento de comunicación en el aprendizaje de la Matemática, afectado decisivamente por la ceguera.
 El capítulo 6, por último, estudia en sus rasgos generales el material pedagógico más íntimamente relacionado con la enseñanza-aprendizaje de la Matemática a los ciegos.
 La atención al hecho de que el alumno sea ciego es progresiva a lo largo de la obra. Los dos primeros capítulos podrían omitirse en una primera lectura sin merma grave para el resto del contenido. Sin merma grave aparente, pues se perdería, pienso, la justificación teórica de la Didáctica expuesta.
El trabajo está ausente casi por completo de ejemplos prácticos, lo que puede hacer la lectura más tediosa y engendrar en el lector la sospecha de "lucubración de gabinete". Si al autor le faltó gracia para salpicar estas páginas de anécdotas y amenidad, lo siento muy de veras. Pero empeño mi palabra en que lo aquí expuesto es fruto de experiencia personal, viva y no pequeña; en algún lugar llego a decir, agradecido, que este volumen, en lo referente a concepción didáctica, debieran firmarlo en realidad mis alumnos de cada día,
auténticos inspiradores.
Se echa en falta un complemento necesario: una colección de clases-tipo puestas por escrito (con su preparación, material y desarrollo) de temática heterogénea, destinadas a alumnos en circunstancias diversas y, que recorran todos los grados o niveles; que expongan por sí mismas, de forma concreta, lo que aquí se presenta como fría generalización. No gusto de las promesas, sobre todo cuando son muchas las horas que exigen su cumplimiento, pero dichas clases están siendo ya seleccionadas y empiezan a ser diseñadas. Esta vez el encargo me lo he hecho a mí mismo.
No quiero terminar estas líneas de presentación sin los "agradecimientos" de rigor, pero realmente sinceros por mi parte.
Agradecimiento a cuantos despertaron en mí la afición por la Matemática y su Didáctica, alguno de los cuales me sigue animando todavía hoy.
Agradecimiento, como antes decía, a mis alumnos, que me exigen reflexionar continuamente en la Didáctica de la Matemática y que me insinúan caminos nuevos.
Agradecimiento a cuantos me han ayudado en la confección material: Jesús, José María y, en especial, Antonio.
 Agradecimiento a quienes me propusieron la obra, por la paciencia que han demostrado ante mi prolongado retraso en la entrega.
 Agradecimiento, en fin, al profesor de Matemáticas que tenga algún alumno ciego en su clase y prosiga la lectura después de esta línea.

José Enrique Fernández del Campo
Madrid, octubre de 1981

Link: http://www.4shared.com/document/ZvrVqLbo/la_ensenanza_de_la_matematica_.html

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